Parte 2. El feminismo financiero La regulación de la erótica… o de cómo cancelar la potencia del deseo es funcional al capitalismo.

marzo 1, 2018

 

A este momento resulta imposible pensar nuestra experiencia social al margen de los medios de comunicación. Gran parte de lo que nos alimenta ideológicamente viene de ahí, de medios en su mayoría convertidos en fuerzas económicas que funcionan como órganos de difusión y promoción de todas las industrias, convirtiéndose así en un enorme dispensario de contenidos que fortalecen los poderes dominantes.
Hace tiempo que los medios vienen haciendo su chamba, no solo en términos del consumo de mercancías y el control de noticias, también son una fuente de manipulación emocional, sobre todo estos últimos años de “redes sociales”. En los últimos dos años hemos pasado por campañas como #miprimeracoso, #simematan y el #metoo impulsado por Hollywood y que ha dado lugar a varias secuelas en 85 países, en Francia se convirtió en #Balance Ton Porc, algo así como “denuncia a tu cerdo”, en Español se conservó la traducción con el #yotambién. Todas estas campañas tienen todo menos una intención liberadora de los cuerpos, sino todo lo contrario podemos ver en ellas un trasfondo en donde se restablece una y otra vez el orden de dominación. La mujer como víctima frente a un hombre acosador, sexualmente depredador, en donde pareciera que el único asunto político que compete a las mujeres es el de la violencia sexual, como si el resto de las cosas quedaran fuera de nuestro interés, es decir, de nuevo somos expulsadas de las decisiones del mundo social y político. Así vemos como estas campañas tienen un tinte puritano y conservador del orden familiar y del Estado es decir, de los aparatos que garantizan la propiedad privada y el sometimiento de las pasiones.

El capitalismo requiere de la familia, sin ella no hay garantía alguna para la propiedad privada. Largas reflexiones feministas dan cuenta de ello. El problema es que en este nuevo feminismo de redes o feminismo financiero se borra a conveniencia todos los aspectos más abiertamente críticos de los pensamientos feministas. Es este borrón lo que establece el olvido de lo que la familia nuclear implica como aparato de control y dominio sobre las mujeres. Es la familia mediante la herencia, el matrimonio y el registro de los hijos la que puede establecer las condiciones para perpetuar la acumulación capitalista. La familia nuclear tal y como se ha desarrollado con el Estado capitalista requiere del sometimiento de las mujeres, pues desde el inicio se ha establecido sobre el control moral del cuerpo femenino que por otro lado también implica un control y una regulación de las pasiones de los hombres. Corren tiempos de autoritarismo, de eso no hay duda, y los autoritarios que concentren el poder económico han echado a andar múltiples estrategias para establecer la militarización y la reproducción de todas las micro y macro estrategias de dominación.

El feminismo financiero es un feminismo mediático, hunde sus raíces en las corporaciones y los organismos internacionales (ONU, Amnistía, Banco Mundial, OEA, comisiones de derechos humanos etc.) y crece en los medios de comunicación, el internet y particularmente en las redes sociales. Ha pasado de los partidos políticos y las políticas de Estado a Hollywood, va desde las políticas rosas a a las denuncias de acoso en la red. Que las mismas problemáticas y las mismas respuestas aparezcan a la vez en todos lados, que aparezcan simultáneamente en varios países no es una coincidencia, sino producto de una intensa actividad mediática y política.
El problema del acoso y la violencia hacia las mujeres tal y como es planteado por el feminismo financiero es una trampa demoledora de toda memoria y reflexión crítica en torno a los modelos de sexualidad impuestos en un sistema de dominio masculino. En este planteamiento no hay tensión con el Estado, (sino lo contrario, hay que pedirle justicia y leyes) no hay corporaciones ni despojo (tampoco explotación ni manipulación), mucho menos redes de tráfico de órganos y mujeres que funcionan como parte de todas las redes comerciales establecidas.

El feminismo financiero ha generado movilizaciones, el tema del acoso ha sacado a las mujeres a las calles como ningún otro tema lo había hecho en los últimos años. Miles de mujeres se sienten bien hablando de cómo han sido acosadas y molestadas, se sienten bien escuchando los testimonios de otras y se acomodan sin problema en el papel de la minoría violentada. Es decir, asumen como lo impone el feminismo financiero que su único asunto es la seguridad, el único asunto que les corresponde es el de la violencia sexual, la explotación, el despojo, la voracidad de las industrias, la militarización y el empobrecimiento generalizado de la vida no son sus asuntos. Es decir, una vez las mujeres quedan confinadas al ámbito domestico y sexual, fuera de la política amplia, pues este no es asunto de mujeres para el pensamiento mas conservador, abiertamente patriarcal. Miles de mujeres asumen esta posición que no mueve en absoluto el orden tradicional, no hay nada que cambiar, solo hay que denunciar. No hay que deshacerse del trabajo, solo hay que exigir que le patrón no te acose, no hay que deshacerse del Estado, solo hay que pedirle que nos de nuevas leyes, no hay que deshacerse de la familia, solo hay que denunciar al abusivo.

Un ejército de “feministas” sin memoria feminista se lanzan contra las que no comparten su postura, contra quienes no ven el acoso de la misma manera o que se niegan a tragarse el anzuelo mediático. Así pues, no son momentos en que el feminismo critico este fortalecido, sino todo lo contrario. Lo que vemos es como se esparce un feminismo basado en una erótica limitada y normativa. En una erótica en donde las mujeres regresan a su tradicional pasividad, están ahí para ser cortejadas con amabilidad y consenso o para ser abusadas, no hay más. Se trata sin duda de un aplanamiento basado en la esencialización de dos polos, regresamos al binarismo absurdo, hombre-mujer establecido como base y sostén del capitalismo. Una visión de hombre mujer en el que el erotismo es el coito permitido por la moral heterosexual que hunde sus raíces en el modelo familiar. Aquí nadie desea de una manera distinta, acá no se problematiza el sexo reproductivista y monógamo. El erotismo en todas estas campañas mediáticas no es más que una visión empobrecida del deseo. Lo que se muestra es un deseo plano, en donde no caben digresiones, en donde ni siquiera es posible que una mujer goce de ser vista, de provocar deseo, de mostrarse, de ser tocada sin consenso previo. En estas campañas no hay mujeres gozosas ni afirmativas respecto a su sexualidad, no, esta es una historia de abusos y victimas. En las historias de vida del feminismo financiero no hay mujeres cabronas ni deseantes, no hay la multiplicidad de experiencias eróticas que pasarían por toda clase de prácticas sexuales que desbordan el modelo del hombre atacador, depredador y la mujer presa y sometida que forma parte del amor romántico establecido durante siglos en nuestro imaginario. En el esquema que circula mediáticamente ninguna mujer goza de ser tocada sin consentimiento, ni de ser vista, ni de provocar chiflidos ni comentarios. Las mujeres tal y como son representadas en el feminismo financiero no tocan a los hombres, no desean, solo tienen miedo de ser atacadas, solo temen por su seguridad, siempre antepuesta al placer. Así pues regresamos al orden de siempre, en el que las las gozosas, las provocadoras, las que afirman la potencia erótica de sus cuerpos se convierten en algo lejano, se convierten en mujeres no reales, pues las de verdad, el grueso son potenciales víctimas sin deseo ni libido.

Sin ir más lejos, basta preguntarse qué idea del deseo mueve a lo que circula en las redes, a lo que sale desde las actrices de Hollywood, a lo que impulsan los Estados como políticas de género o derechos humanos de las mujeres para ver que ahí no hay nada más que anulación, más que imposición de un modelo único de sexualidad. No hablamos pues de libertad y comprensión de los cuerpos sino de todo lo contrario, el establecimiento de límites que recrean una y otra vez el ámbito de dominio.

Limitar la reflexión erótica, expulsar su complejidad, es parte de este operativo que cancela lo que no responde al modelo, que cancela toda libertad y divergencia. El capitalismo es una dictadura económico – política y como tal tiende a cancelar todo aquello que ponga en peligro su estabilidad autoritaria. Eso es lo que explica la preocupación de los grandes capitales por restablecer el orden tradicional, regular las relaciones entre hombres y mujeres es indispensable para el sometimiento generalizado. Así, se naturaliza la heterosexualidad, la pasividad femenina y la fuerza y la violencia masculinas, se reducen la posibilidades del deseo al coito regulado por los principios de la familia y la pareja, es decir poniendo un grillete a las mujeres se restituye también el candado hacia los hombres.

Un feminismo como el financiero es la herramienta perfecta, es espectacular, es victimista y toca los valores más profundamente impuestos en la población. No cuestiona las jerarquías laborales, sino que las restablece, el problema no es tener patrón, sino que el patrón te acose, (como el caso Hollywood), el problema no es el Estado, sino la insuficiencia de leyes, el problema no es la institución familiar tampoco el imaginario respecto a los cuerpos impuesto mediáticamente. Así, dando una fachada de preocupación feminista el feminismo financiero restablece el orden que permite el control sobre la población entera. Ni la familia, ni el Estado, ni los medios y las corporaciones han sido tocados, sino todo lo contrario, están más naturalizados que nunca en este nuevo feminismo. Las actrices de Hollywood no tienen bronca en representar los papeles más insulsos, ni en participar de una industria de manipulación, ni en tener jefes, ellas solo denuncian que tuvieron que acceder sexualmente para conservar su chamba, nada más que eso que incluso anula sus propias decisiones, como la de usar su cuerpo para acceder a un espacio.
Un discurso que forma parte del feminismo financiero es el de los privilegios. Ahora resulta que en todo este sistema debemos de creer que hay privilegiados, cuando en verdad la imposición de una esclavitud sobre las mujeres es también una cadena que jala a los hombres. En este sistema no hay privilegiados, solo hay mas jodidos. Limitar y regular las formas de coquetería, acercamiento, toqueteo a partir del presupuesto del potencial abusivo hombre es ir restableciendo la más pura dominación. No es darle libertad y fuerza a las mujeres, es todo lo contrario, es hacer aceptable y posible un sistema en el que ellas siempre son víctimas. “El Estado esta para protegernos y los medios simplemente para hacer público y “visibilizar” lo no dicho, así todos como ciudadanos solo debemos de cuidar de nuestra seguridad para seguir construyendo este idilio social”, este parece ser el mensaje de un discurso en donde el conflicto y la complejidad de las relaciones entre los cuerpos se reduce a un agarrón de nalga.

De esta manera son las mismas mujeres las que reproducen el sistema de dominación. Por supuesto no me refiero a todas, sino a las militantes del feminismo financiero, esas que salen a la calle a exigirle a la PGR, a buscar protección a derechos humanos, las que generan denuncias y linchamientos, las que tienen miedo de caminar en las calles, las que piensan que a nosotras solo nos corresponden los asuntos que tradicionalmente se han impuesto como femeninos incluida la moralización del cuerpo. Las que con el fundamentalismo bien asumido se lanzan contra todo pensamiento que no confirme sus creencias.

Así, en este proceso de blanqueamiento, de limpieza y desmemoria el tema del erotismo queda fuera del feminismo, queda reducido a una normatividad que no va más allá de los señalamientos. Ahora imaginemos un pensamiento feminista que retomara la liberación de los cuerpos de las mujeres, es decir que abogara por abolir el trabajo, que sacara alas mujeres a manifestarse y organizarse contra la militarización, contra el Estado, contra lo medios… no , eso sería impensable desde desde los medios, más de la mitad de la población exigiendo libertad, exigiendo la abolición del orden establecido, seria simple y sencillamente el inicio del fin de este sistema, implicaría sin duda la liberación de todos. Eso es peligroso, lo mejor es someter a esa gran fuerza que son las mujeres, acostumbrarlas, hacerlas pedir poco, hacerles creer que ese poco es lo que les corresponde, que exijan el resguardo y la seguridad de sus cuerpos y su moral, que pidan justo lo que el Estado quiere darles.

ItaMenon/VILma SAnchez.

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